lunes, septiembre 06, 2010


Despertó con los primeros rayos de sol del nuevo día filtrándose entre las copas de los árboles, junto con el canto de todo tipo de pájaros. Así era siempre, cada día, desde hacia un par de años mas o menos.
Había dejado atrás la mundanal vida en la ciudad con sus miles de ruidos y complicaciones. Había dejado atrás esa vacía existencia que tanto le había estado carcomiendo por dentro durante tantos años.
Al principio fue difícil, pero ya no lo echaba de menos. No echaba nada de menos. Ni a nadie. Ya no.
Ocupaba sus días recorriendo las crestas de las montañas, siguiendo el curso de los ríos y estudiando cada forma de vida que se topaba a su paso. No mataba nada que no necesitase matar, no tocaba nada que no necesitase tocar y no cambiaba nada que no necesitase cambiar.
Y un día acabo dándose cuenta de que irónicamente, la sociedad más equilibrada era la que se encontraba más lejos de la civilización.


No hay comentarios: